Desde siempre el ser humano tanto a nivel individual como a nivel colectivo, cuando se ha organizado bajo cualquier modalidad, tribu, ciudad, nación, empresa etc…, ha sufrido amenazas que atentan contra su seguridad física, la de sus pertenencias o incluso sus creencias.

Frente a cualquier amenaza y, en función de la naturaleza de la misma, el ser humano ha puesto los medios a su alcance para contrarrestarla, siendo los medios usados diferentes para cada amenaza concreta. El objetivo final ha sido y es, sentirse seguro frente a las amenazas.

el sentirse seguro, al ser un sentimiento, es intrínsecamente subjetivo, de forma que una medida de seguridad será válida sólo según la percepción de quién la implante. Habrá personas que se sientan seguras simplemente cerrando la puerta de su casa, otras que instalarán puertas acorazadas y otras que necesitan además contar con algún dispositivo que le alerte cuando alguien trate de entrar.

Evidentemente el entorno ejerce una influencia muy notable a la hora de aplicar medidas de seguridad que proporcionen la sensación de seguridad, cuanto más conflictivo sea un entorno, por ejemplo una institución penitenciaria, mayores serán las medidas de seguridad que se quieran implantar.

Garantizar el 100% de la seguridad, de una forma objetiva es imposible, por ello se han de buscar los medios que, mediante una inversión razonable, permitan alcanzar el nivel de seguridad que proporcione a quién los instale una sensación de seguridad aceptable.

Los medios de comunicación nos presentan continuamente potenciales amenazas a las que en el mundo moderno hay que hacer frente. De ahí que cada vez se busquen sistemas de seguridad más complejos y la consiguiente proliferación de dispositivos electrónicos de protección.

Cada amenaza requiere una respuesta especializada, proporcionada y que no altere de manera sustancial el transcurso de la vida o de las operaciones.